Fuimos llevando los kayaks hasta la costa y ahí esperamos a Canario, el guía de San Javier que nos tenía que acompañar todo el primer trayecto en el Paraná grande, incluso por una exigencia de Prefectura. Te agarran solo en el Paraná grande con el kayak y te hinchan las pelotas, entonces había que tener un guía.
El Cacho ese día… el Cacho esa noche no se sabe qué comió o qué lo picó: amaneció que parecía Silvia Suller. Tenía los labios así. Todo hinchado. No entendíamos qué carajo le pasaba, si había andado a los besos con alguien a la noche, no, pero estaba deforme el guacho. Entonces medio que arrugó, ahí dice No, mirá cómo estoy, qué voy a ir. Porque la idea era que Oscar pasaba dos días con nosotros, los primeros dos días, y después el Canario lo traía de vuelta. Bueno no, pero se vino un solo día. Así que nos acompañó el primer día, pescamos y qué sé yo y a la nochecita Canario lo trajo de nuevo a Esquina y el ya ahí agarró la camioneta y se volvió para Rafaela.
Y a nosotros Canario nos acompañó los primeros días hasta –creo que son 40 kilómetros más o menos de bajada del Paraná– hasta que cruzamos el Paraná grande y entramos en un arroyo que se llama El Mono Negro.
Ese arroyo, que pega las veinte mil vueltas, termina saliendo a San Javier. O sea, el plan fue ese: salir de Esquina, bajar por el Paraná grande hasta ese arroyo, cruzar ahí el Paraná grande… que lo cruzamos un día de mucho viento y que estábamos ahí, en duda de si tirarnos o no tirarnos. Porque el oleaje es feroz, en un kayak perdés como en la guerra. No parece, pero. Los días planchados es una pileta el río. Los días de viento el Paraná asusta.
Foto fija / Foto fixa / Still photography
E05. Partida / Saída / Departure - Para Nada Preparados: bajada del Paraná en kayak
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