Introducción - Previa
Todo arrancó con una charla del Nano con los pibes. En el viaje del Nano con la Ceci a Brasil –“a Brasil” (anduvieron por toda Suramérica)– se fueron cruzando con gente. Uno de los que se cruzaron fue el brasilero, Luis, y con el cordobés. En alguna charla de trasnoche salió de Hacer una bajada por el Paraná, en kayak, bla, bla. Cuando se vienen para Argentina el Nano me lo comenta, medio que Puta che, qué lindo sería y a la segunda vez que nos vimos Che no sería lindo: hagámoslo, y empezamos a… la verdad que el motor fue el Nano.
Bueno, empezamos a averiguar, él venía y me mandaba mensajitos y cosas viste con Los precios, averigüé precios de los kayak, en San Jorge valen tanto, en Buenos Aires tanto… Hizo las mil y una, lo que laburó el Nano, lo que se movió y el entusiasmo que le puso no sé si se lo puso a su carrera… pero no, grandioso, y fue el motor de todo.
Por ahí hay fotos, hay un videito o dos de los primeros dos kayaks que llegan. Los llevamos con la camioneta de Mario. Mario también nos hizo la gauchada, con la Mili, los llevamos al campo y los… primera vez que nos subíamos a un kayak. Los tiramos al agua y ahí debutamos, lo que es un kayak. Así que ahí arranca la cuestión. Ya teníamos dos kayaks, después compramos uno más y otro más, bueno: los cuatro kayaks.
El Dami se agregó al final. Porque el Dami estaba ¿Qué hacés Damián, vas a venir, no vas a venir, vas a venir, no vas a venir? Bueno, la última semana lo apreté y terminó diciendo que sí. Y ahí ya no compramos otro kayak: el Juanjo me dice Yo tengo un kayak nuestro, que usan las chicas, qué sé yo, te lo presto. Bueno, yo vi un par de fotos del kayak ese, el rojito, y Sí, dale, meta. Bueno, cuando lo armamos y empezó la cosa en serio y lo cargamos y qué sé yo y el Dami se subió a ese kayak… fue un calvario el kayak. Porque es hermoso kayak, pero es chiquito, entonces era una cascarita de nuez. Para sostener la estabilidad te comía la espalda. Es muy inestable, entonces te come la espalda el esfuerzo de estar… los otros vos relajás, son mucho más estables, más pesados, los grandes. Pero ese chiquitito nos volvió locos. Bah, lo volvió loco a Damián, porque le reventó la espalda, los brazos. Y nos dimos cuenta recién al quinto, sexto día, cuando el Dami ya no daba más de los brazos y entonces nos turnamos. Alguno agarró ese kayak por primera vez y dijimos Uy, no, esto un castigo. Y ahí todos fuimos probando el kayak del Dami, que era… buen.
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